jueves, 24 de julio de 2014

FIEBRE DE CHIKUNGUNYA: MITO Y REALIDAD

Dr. Arcenio Estévez Medina.
   Cuando llegó la noticia a República Dominicana de la existencia en algunas islas caribeñas de una enfermedad llamada fiebre de chikungunya, nadie le hizo caso y todo el mundo siguió su vida normal.  Unos meses más tarde empezaron a reportarse personas con manifestaciones de este mal.
   Poco tiempo después se confirmaron los primeros pacientes de esta enfermedad en el país, entonces comenzamos a preocuparnos por las medidas preventivas.  El Ministerio de Salud Pública y muchas organizaciones no gubernamentales iniciaron trabajos con miras a orientar a la población ante el peligro.
   La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio las orientaciones de lugar y los médicos dominicanos empezamos el proceso de aprendizaje sobre esta enfermedad viral y como en cualquier otro caso se inició la aplicación del protocolo establecido para el manejo del trastorno: mantener las medidas generales del manejo sintomatológico y centrar la atención en la población de mayor riesgo: niños menores de un año y adultos mayores (personas con más de 65 años), diabéticos, hipertensos y otros enfermos descontrolados.
   Los demás segmentos poblacionales fueron manejados según su sintomatología.  Las campañas de prevención como eliminación de criaderos de mosquitos, desinsectización, uso de mosquiteros y repelentes tienen su importancia,  igual que evitar picadura de mosquitos a las personas enfermas y sanas.
   Aunque esta enfermedad produce fiebre, dolor de cabeza, dolor intenso en el cuerpo, malestar general y mucha comezón, es muy difícil que produzca la muerte, a menos que sea una persona con alguna complicación como consecuencia de otro problema de salud.
   A pesar de que se sabe que la causa del problema es un virus y es imprescindible la presencia del mosquito Aedes aegiptis para transmitir el microbio de una persona enferma a una sana, se ha puesto a correr la información de que esto no es cierto y han empezado a difundir el dato de que fue una toxina tirada al aire por unos extranjeros y esta mentira se ha dicho tantas veces que muchos hasta la han creído.  Es necesario liberarnos de estas creencias dañinas, debemos tener bases científicas para fijar nuestras posiciones y  avalar bajo la luz de una investigación seria plantear la verdad con el objetivo de educar al pueblo y sobre todo, utilizar el conocimiento para impactar de manera positiva la realidad.
  Por otro lado, han acabado con los pocos mangos tiernos que quedan y del ají morrón y la piña ni se diga.  Cualquier fruta puede ayudar, porque aporta vitaminas y líquido.  Las pueden consumir todas, pero es recomendable esperar a que estén maduras para recibir el beneficio de su uso.
   Trabajemos duro y con seguridad en contra de esta epidemia, la valiosa labor que puede hacer cada uno desde su casa, controlando al mosquito y eliminando los criaderos es más efectiva que la que puedan hacer los funcionarios.  Cuando haya personas con signos y síntomas de la enfermedad, debemos llevarlas de inmediato al médico para su evaluación y seguimiento.  Solo así lograremos vencer este mal.