martes, 8 de diciembre de 2015

COMER CARNE A LA PARRILLA AUMENTA EL RIESGO DEL CANCER DE COLON Y RIÑON

                                                         Dr. Arcenio Estévez Medina.
Por mucho tiempo se ha dicho que el consumo de carne aumenta el riesgo de contraer cáncer y otras enfermedades.  El reporte de investigaciones demuestra que hay mayores posibilidades de sufrir de este mal al comer carne y que éstas se incrementan cuando consumimos estos alimentos preparados a la parrilla.
La Sociedad Americana Contra el Cáncer (American Cancer Society) se suma a estas publicaciones cuando aconseja limitar la ingesta de carne roja y procesada para prevenir el cáncer. 
Un estudio dirigido por la Dra. Xifeng Wu, del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Houston, Texas, reporta que el modo como cocinamos la carne puede incrementar el riesgo de cáncer de riñón y está comprobado que al hacerlo a la parrilla es una de ellas.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicó hace poco tiempo que la carne procesada (embutidos y carnes curadas) puede contribuir a aumentar el riesgo de padecer cáncer de colon.  Al cocinarla a temperaturas elevadas crece la posibilidad de sufrir cáncer porque se liberan sustancias que podrían desencadenar esta enfermedad, entre ellos el cáncer de riñón, que ha sido asociado de manera especial a esta manera de preparar la carne, tan popular, según una investigación realizada con 650 pacientes con cáncer renal, publicada en la revista “Cáncer” el 9 de noviembre del año 2015.   Este estudio estableció relación entre los pacientes con cáncer del riñón y consumo de carne a la parrilla en más del 50% de los casos incluidos en la muestra. 
No sólo son las proteínas, también las grasas e hidratos de carbono, sometidos a altas temperaturas pueden promover el riesgo del cáncer de colon.  Por esta razón el queso, papas, carnes y plátanos fritos también son capaces de producir esta patología maligna que está cobrando tantas vidas.  Las pizzas, pasteles y quipes son otros alimentos que son sometidos a temperaturas elevadas en la preparación para ser consumidos. Todos debemos ingerir estos alimentos con moderación para reducir el riesgo de sufrir cáncer.
Los resultados de una investigación realizada por el Instituto Nacional del Cáncer, hecha en Toronto, Canadá, evidenció que con el calentamiento excesivo de la proteína se aumentó tres veces la posibilidad de producir cáncer en el consumidor de ésta.  Otros estudios demostraron que las altas temperaturas producen modificación de los aminoácidos contenidos en las proteínas de los alimentos y esto genera aminas heterocíclicas que pueden desencadenar el cáncer. 
El benzopireno es otra sustancia que se produce al someter los alimentos a elevadas temperaturas y también debemos evitar su consumo porque puede crear las condiciones para que se produzca cáncer en nuestro cuerpo.  Es un hidrocarburo policíclico aromático considerado cancerígeno, está entre las 10 sustancias más peligrosas para la salud humana.  Al preparar alimentos como las carnes y el pescado a la parrilla aumenta la posibilidad de que al ingerirlo usted sufra de cáncer.      

 

LA DIABETES TIPO 3: ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

                                        Dr. Arcenio Estévez Medina. 
Muchos le han llamado a la enfermedad de Alzheimer, diabetes 3, debido a la estrecha relación que se ha demostrado entre la diabetes y este mal, tercera causa de muerte en los Estados Unidos de Norteamérica, sólo superada por las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
De acuerdo a la Clínica Mayo las dietas ricas en hidratos de carbono están asociadas a un riesgo de 89 por ciento mayor de producir enfermedad de Alzheimer y las altas en grasa a menos de la mitad (por debajo del 44 por ciento).   Esto significa que debemos reducir el consumo de hidratos de carbono, sobre todo los refinados y también de las grasas, en especial las de mala calidad como las saturadas.  También el aumento del consumo de estos macronutrientes  se vincula a la aparición de diabetes.
El ejercicio físico y otras actividades de esta naturaleza reducen la producción de la proteína beta amiloide, asociada a la etiología de la enfermedad de Alzheimer.  También disminuyen el riesgo de sufrir diabetes.
Un tipo de beta amiloide, llamada ADDL, ha sido vinculado a la enfermedad de Alzheimer por un equipo de investigadores de la Universidad de Northwestern, en un estudio financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, dirigido por el Dr. William Klein, realizado en el año 2014.
Otras investigaciones han demostrado que hay insulina suficiente -en los pacientes con Alzheimer- para las neuronas de sus cerebros, pero que esta proteína tóxica –ADDL- afecta a los receptores de insulina de estas células, las hace resistentes a la insulina, se acumula la proteína, se forma la placa y empieza la memoria de la persona a fallar.  Esta es otra razón por la que muchos le llaman diabetes tipo 3 a la enfermedad de Alzheimer.
También se ha asociado al Alzheimer el uso de las estatinas, unos fármacos recomendados para el tratamiento de personas con elevaciones de los niveles de colesterol en sangre, porque estos medicamentos intervienen con la síntesis de colesterol, disminuyen la coenzima Q10, la vitamina K2 y neurotransmisores, reducen la biodisponibilidad de antioxidantes solubles en grasa y aumentan el riesgo de demencias, entre ellas el Alzheimer.
Algunas recomendaciones, además de su tratamiento médico, para el Alzheimer.
Lo mejor es que las personas con esta enfermedad o riesgo de padecerla mantengan una dieta con niveles normales de hidratos de carbono (50 a 60 % de los alimentos consumidos al día) y que sean en un alto contenido de estos nutrientes del tipo complejos y en menor de los refinados.  Esto, además de ayudar a prevenir el Alzheimer, también contribuye a reducir el riesgo de padecer diabetes.
Disminuir al máximo el consumo de alimentos procesados y refinados. 
Reducir el consumo de azúcar al 5 por ciento -o menos- de las calorías consumidas por la persona al día.

Realizar un mínimo de 30 minutos de caminata diaria o cualquier otra actividad física para que el sedentarismo no sea causa de ésta y muchas enfermedades más.

ALIMENTOS Y CANCER

                                      Dr. Arcenio Estévez Medina.
En la producción de cáncer interactúan múltiples factores, entre éstos los más importantes son: sustancias para preservar, dar color o sabor a los alimentos, el componente hereditario es apenas el causante de entre 2 y 3 por ciento de los tumores malignos.  Es increíble, que el estilo de vida y la alimentación sean factores tan decisivos en la causa de este terrible mal que azota a la humanidad de manera inmisericorde.  
Lo más difícil de entender es que al paciente sobreviviente del cáncer muy pocos médicos les diseñan una dieta para prevenir la reaparición de esta enfermedad y la vida sigue igual, no hay cambio en los hábitos, todo el mundo se sienta a esperar a que aparezca otra tumoración maligna.  Nadie se pone a pensar en la existencia de órganos en el cuerpo de esa persona que pueden ser blancos del mismo factor desencadenante del mal. 
El Instituto Americano del Cáncer plantea que dos de cada tres lesiones malignas se pueden evitar modificando la alimentación y cambiando el estilo de vida.
También es recomendable evitar los alimentos curados y ahumados.  Los nitratos y los nitritos, presentes en una gran cantidad de productos cárnicos, se transforman en nitrosaminas, sustancias consideradas, por muchos, cancerígenas.
Se recomienda que, dentro de lo posible, sean rechazados los alimentos producidos por manipulación genética.  Como pasa con un alto porcentaje del pescado que se consume, aunque también hay mucho de este alimento que es desarrollado por medio a la piscicultura, que dependiendo del alimento que les den puede ser muy dañino.  Una gran cantidad del pescado que se importa de Vietnam hacia nuestro país, crece encerrado, en ambiente controlado y como si fuera un pollo de granja.  En el 2010 la FDA de Estados Unidos autorizó la venta del primer animal genéticamente manipulado, el salmón AquaBounty, tenía casi el doble de tamaño y más del doble del peso de otro similar que no fue producido con esta tecnología.  Eso es lo que quiere el productor: aumentar sus beneficios sin importarle la salud del consumidor.
Por esta razón es que ha dado tanto trabajo en Estados Unidos para que escriban en las etiquetas de los productos si son o no producidos por manipulación genética.  En estos momentos el 90% del maíz y el 95% de la soya producidos en ese país son desarrollados con métodos transgénicos y se usan en la elaboración de los alimentos para un gran número de animales y del maíz se extrae un jarabe alto en fructosa, importante edulcorante usado en refrescos gaseosos y otras bebidas muy famosas en el mundo, algunas con el calificativos de que son de dieta. La soya transgénica ha sido asociada a numerosos tipos de cánceres en varios estudios.
La investigadora Irina Hermakova, de la Academia de Ciencias de Rusia, publicó un estudio donde se reportó que el 50% de las ratas hijas de madres alimentadas con soya transgénica murieron a las tres semanas de nacer; mientras que las ratas hijas de madres no alimentadas con soya modificada a nivel genético solo murió el 10%. .

La producción de alimentos transgénicos aumenta la incidencia de cáncer de hígado, cerebro, atrofia testicular y deterioro del sistema inmunológico, según revela una investigación del Dr. Arpad Pusztai, publicada por la revista The Lancet de Londres en el 1990. 

LAS CONSECUENCIAS DE USAR JARABE DE MAIZ ALTO EN FRUCTOSA PARA ENDULZAR.

                                                                     Dr. Arcenio Estévez Medina.
Cuando las más grandes empresas utilizadoras de azúcar de caña –fabricantes de bebidas gaseosas o sodas como les llaman en Estados Unidos de Norteamérica- decidieron cambiar este edulcorante, por jarabe de maíz alto en fructosa, además de arruinar a la producción de azúcar en países pobres, aunque se pensó que era la mejor decisión para la salud de los consumidores de estas bebidas, nadie se imaginaba la gravedad de las consecuencias, que evaluadas en estos momentos por la comunidad científica, son desastrosas.  A partir de ese tiempo una larga lista de enfermedades crónicas no transmisibles han matado a millones de personas en el mundo y este cambio ha sido señalado como una razón significativa de un alto porcentaje de estos males.
¡Cuán difícil es entender que un producto extraído del maíz produzca estos efectos!  Lo cierto es que el maíz usado para la fabricación de la mayoría de “sodas” es producido con manipulación genética.  Lo mismo está pasando con un alto porcentaje de la soya utilizada también por estas empresas para evitar que los sabores de sus bebidas se dispersen, emulsionen bien y floten, a través de un producto llamado Aceite Vegetal Bromado (conocido como BVO por su sigla en inglés), registrado de manera inicial como un retardante de llamas en los Estados Unidos de Norteamérica.  Este producto causa pérdida de la memoria e hipotiroidismo porque compite con el yodo ocupando sus receptores.  Algunas empresas lo han eliminado de sus artículos, como por ejemplo, la Pepsicola que, según lo reportado, se lo retiró al gatorade en el año 2013.
La manipulación genética ha ido aumentando mucho en los últimos años en los Estados Unidos de Norteamérica.  En el 2007, por ejemplo, el 89% de la soya en ese país era transgénica.  De igual forma el 83 % del algodón y el 61% del maíz.  Para el año 2014 se determinó que el 90 % del maíz era producido de esta manera y el 95% de la soya.  
Se sabe que el jarabe de maíz alto en fructosa, proviene, la mayoría de las veces de semillas manipuladas a nivel genético y aumenta los factores de riesgo de las enfermedades cardíacas en 2 semanas de iniciado el consumo, incrementa los niveles de colesterol malo (LDL), triglicéridos y ácido úrico en apenas 14 días de consumo consecutivo (Journal of Clinical Nutrition, de marzo del 2015).
De acuerdo a un informe de la Reunión Anual celebrada en el año 2013 por la American Heart Associatión, el consumo de bebidas azucaradas fue el responsable de 183 mil muertes en el mundo.  El país donde más personas murieron por esta razón fue México.
Los alimentos dulces aumentan la presión arterial porque inhiben la producción de óxido nítrico (un potente vasodilatador natural) en los vasos (Time Magazine) y esto produce un aumento de la resistencia vascular periférica y sube los niveles tensionales.
Las calorías provenientes de la fructosa (esto es el jarabe de maíz alto en fructosa usado para endulzar por la industria) y éstas son promotoras importantes de prediabetes y diabetes, empeora los niveles de insulina y la tolerancia a la glucosa aumentando el riesgo de sufrir hipertensión arterial (Clínica Mayo).
Se recomienda consumir menos de 25 gramos al día de fructosa, esto es por debajo  de 100 calorías por día.

Cuando el azúcar añadido llega a representar el 18 por ciento de las calorías diarias aumenta al doble la posibilidad de sufrir de prediabetes y diabetes, de acuerdo a una investigación del Dr. James DiNicolantonio, publicado en marzo del 2015 por Mayo Clinic Proceedings.