Dr. Arcenio Estévez Medina.
Cuando llegó
la noticia a República Dominicana de la existencia en algunas islas caribeñas
de una enfermedad llamada fiebre de chikungunya, nadie le hizo caso y todo el
mundo siguió su vida normal. Unos meses
más tarde empezaron a reportarse personas con manifestaciones de este mal.
Poco tiempo
después se confirmaron los primeros pacientes de esta enfermedad en el país,
entonces comenzamos a preocuparnos por las medidas preventivas. El Ministerio de Salud Pública y muchas
organizaciones no gubernamentales iniciaron trabajos con miras a orientar a la
población ante el peligro.
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) dio las orientaciones de lugar y los
médicos dominicanos empezamos el proceso de aprendizaje sobre esta enfermedad
viral y como en cualquier otro caso se inició la aplicación del protocolo
establecido para el manejo del trastorno: mantener las medidas generales del
manejo sintomatológico y centrar la atención en la población de mayor riesgo:
niños menores de un año y adultos mayores (personas con más de 65 años),
diabéticos, hipertensos y otros enfermos descontrolados.
Los demás
segmentos poblacionales fueron manejados según su sintomatología. Las campañas de prevención como eliminación
de criaderos de mosquitos, desinsectización, uso de mosquiteros y repelentes
tienen su importancia, igual que evitar
picadura de mosquitos a las personas enfermas y sanas.
Aunque esta
enfermedad produce fiebre, dolor de cabeza, dolor intenso en el cuerpo,
malestar general y mucha comezón, es muy difícil que produzca la muerte, a
menos que sea una persona con alguna complicación como consecuencia de otro
problema de salud.
A pesar de
que se sabe que la causa del problema es un virus y es imprescindible la
presencia del mosquito Aedes aegiptis para transmitir el microbio de una
persona enferma a una sana, se ha puesto a correr la información de que esto no
es cierto y han empezado a difundir el dato de que fue una toxina tirada al
aire por unos extranjeros y esta mentira se ha dicho tantas veces que muchos
hasta la han creído. Es necesario
liberarnos de estas creencias dañinas, debemos tener bases científicas para
fijar nuestras posiciones y avalar bajo
la luz de una investigación seria plantear la verdad con el objetivo de educar
al pueblo y sobre todo, utilizar el conocimiento para impactar de manera
positiva la realidad.
Por otro lado,
han acabado con los pocos mangos tiernos que quedan y del ají morrón y la piña
ni se diga. Cualquier fruta puede
ayudar, porque aporta vitaminas y líquido.
Las pueden consumir todas, pero es recomendable esperar a que estén
maduras para recibir el beneficio de su uso.
Trabajemos
duro y con seguridad en contra de esta epidemia, la valiosa labor que puede hacer
cada uno desde su casa, controlando al mosquito y eliminando los criaderos es
más efectiva que la que puedan hacer los funcionarios. Cuando haya personas con signos y síntomas de
la enfermedad, debemos llevarlas de inmediato al médico para su evaluación y
seguimiento. Solo así lograremos vencer
este mal.
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