domingo, 12 de abril de 2015

CUIDADO CON EL USO DEL CIGARRILLO ELECTRONICO

CUIDADO CON EL USO DEL CIGARRILLO ELECTRONICO
                                                  Dr. Arcenio Estévez Medina. 
   Con la proliferación de la venta del cigarrillo electrónico amparada en que es una opción beneficiosa frente al consumo del tabaco es mandatorio orientar respecto a los riesgos derivados del uso de este dispositivo.
   Lo del cigarrillo electrónico no es algo nuevo, fue un invento del farmacólogo chino Hon Lik, quien se motivó a crearlo porque su padre murió de cáncer de pulmón. Salió al mercado hace 11 años en su país y tres años más tarde ya estaba en muchos países europeos. 
   Ante la política sanitaria en contra del tabaco luego de la hookah traen esta modalidad del cigarrillo electrónico para atrapar consumidores y mantener el control del mercado.
Algunas investigaciones sobre el cigarrillo electrónico
   Si bien es cierto que no todos los cigarrillos electrónicos utilizan nicotina, los que no lo hacen también son muy nocivos porque el vapor de éstos contiene más formaldehido, una sustancia entre 5 y 15 veces más cancerígena que el tabaco y por otro lado el líquido usado por el cigarrillo electrónico tiene una tasa más alta de esta sustancia que los cigarrillos convencionales.  De acuerdo a una investigación dada a conocer por New England Journal of Medicine hecha al estudiar el líquido usado para el cigarrillo electrónico, publicada el 20 de enero del 2015, en el periódico El Universal de Venezuela, una persona que “vapea” 3 cc de este líquido al día, absorbe unos 14 mg de formaldehido, mientras que un fumador de cigarrillos de tabaco apenas absorbe 3 mg de este compuesto tan cancerígeno al fumar una caja de cigarrillos al día.
   Los cigarrillos electrónicos que no contienen nicotina, utilizan un líquido con glicerina vegetal y en el vapor encontramos nitrosaminas y propilenglicol.  Estos  últimos son dos cancerígenos.
   Cada día están lloviendo las propuestas de que se deje el cigarrillo del tabaco y se use el electrónico, en esta guerra desinformativa ha quedado atrapada mucha gente –hay ocho millones de personas que fuman, o mejor dicho “vapean”, este producto en Europa- y algunos hasta se atreven a defender, de manera muy enérgica, su uso, bajo el infundado argumento de que no es perjudicial para la salud.
   Da pena que la gente, aun estando en la Era Digital, donde el bombardeo constante de información es el común denominador, no investigue y se deje llevar como animal al matadero por esta propaganda desprovista de toda base científica, orquestada por los manejadores de la publicidad inescrupulosa y subliminal, pagados en muchos casos por las empresas tabacaleras al incursionar en este nuevo mercado. 
   Todo el mundo sabe que el uso del tabaco es muy dañino y quién lo consume está consciente de esa realidad.  Sin embargo, fuma y peor todavía, hace daño a las personas que están en su entorno, poniéndolos a pagar por su error al convertirlos en fumadores de segunda mano; pero en el caso del cigarrillo electrónico se quiere, de manera deliberada, ocultar esta realidad.
   La Organización Mundial de la Salud (OMS), ante la incitación a que las personas usen cigarrillos electrónicos como sustitutos del tabaco, ha hecho la advertencia de que no considera que el uso de este dispositivo sea un tratamiento para aquéllos empeñados en abandonar el hábito de fumar.   Afirma, además, el organismo rector de la salud a nivel global, que los efectos terapéuticos atribuidos por sus promotores al cigarrillo electrónico no se han demostrado con estudios rigurosos.
   Por otro lado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos de Norteamérica, alertó en el año 2009, sobre la presencia de sustancias cancerígenas, como las nitrosaminas, en varias marcas de cigarrillos electrónicos.  También se encontraron agentes tóxicos –como el dietilenglicol- en otras muestras estudiadas por este organismo estadounidense. 
   En vista de éstas y otras informaciones el cigarrillo electrónico ha sido prohibido en Argentina, Australia, Brasil, México, Panamá, Uruguay y Venezuela. Otros países –entre ellos una gran parte de la unión europea- han optado por someter este producto a las mismas normas que rigen a los elaborados con tabaco.



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