sábado, 10 de abril de 2021

FERTILIDAD Y SU RELACIÓN CON LA GRASA Y EL PESO CORPORAL

Hasta hace poco tiempo se pensaba que el tejido adiposo, no tenía más función que amortiguar los traumatismos y servir de protección a órganos importantes.   Sin embargo, hoy se sabe que los niveles bajos o altos de grasa se relacionan con el descenso de la fertilidad, tanto en las mujeres como en los hombres.  Las células grasas producen adipocina, leptina, estrógeno y testosterona. Esto influye de diferentes maneras en la concepción, muchas veces de manera decisiva.  Sus niveles cambian de acuerdo al contenido de grasa corporal e interfieren con los procesos de desarrollo folicular, maduración y reproducción de los espermatozoides y ovulación.

Los niveles muy bajos o elevados de grasa en el cuerpo se asocian, en un alto porcentaje de casos, con problemas de la fertilidad.  Esto es debido a que estos cambios intervienen en el proceso de la ovulación y con el desarrollo de los espermatozoides, lo que se expresa con trastornos que dan al traste con la capacidad para reproducirse en la mujer y el hombre respectivamente.

La mayoría de hombres y mujeres obesos no necesariamente son infértiles, pero tienen más posibilidades de tener reducción de la fertilidad que los normopesos.  Las mujeres obesas presentan mayores niveles de estrógenos, andrógenos y leptina que las no obesas y esto les causa irregularidad del ciclo menstrual, insuficiencia ovulatoria, ciclos anovulatorios y amenorrea.

En los varones la obesidad se asocia a concentraciones bajas de testosterona, así como aumento de estrógeno y leptina.  Esto les reduce su capacidad de fertilidad. 

La leptina y la fertilidad

Es una proteína producida por las células grasas, que al fijarse a los receptores específicos del hipotálamo disminuye el apetito, aumenta el gasto energético y estimula la secreción de gonadotropina. 

Las concentraciones de leptina se elevan cuando los niveles de grasa corporal son altos, frenando el apetito y bajan cuando éstos descienden desencadenando el deseo de ingerir alimentos.

Una investigación publicada en el 2016 por Georgina García, Arturo Venebra y Ulises Aguilera, titulada Comportamiento de los ácidos grasos durante el embarazo adolescente, determinó que la leptina tiene efectos en el metabolismo de los lípidos maternos antes y después del parto en la adolescente.  En estos casos hay síndrome de resistencia de la leptina y se asocia a la salud de la madre y su hijo.  Lo que, según estos autores, provoca riesgo cardiovascular por resistencia periférica a la insulina, retroalimentado por una dieta rica en ácidos grasos, alta en hidratos de carbono y baja en proteínas. 

Debemos proponernos que la mujer, desde el momento que decide embarazarse, tenga una alimentación y nutrición equilibrada para su condición preconcepcional y luego, durante el embarazo, para evitar que desarrolle una resistencia a la leptina.   

El colesterol, ácidos grasos y su relación con la concepción    

Un estudio de Koppers Aj, Garg Ml y Aitken RJ, asegura que los espermatozoides de varones afectados por trastornos de la fertilidad presentan niveles de ácidos grasos muy altos, sin importar su peso corporal y esto afecta las mitocondrias de estas células y reduce su capacidad funcional.

Las dietas ricas en grasa y sobre todo si son altas en colesterol, afectan la motilidad del espermatozoide y reducen su calidad para la competencia por alcanzar y entrar al óvulo. 

Peso corporal y fertilidad                                             

La reducción del peso corporal en mujeres con obesidad y que tienen problemas para lograr una concepción efectiva ayuda a que haya una buena ovulación y una concepción satisfactoria.  De hecho, una investigación de Yomara Benítez et al., titulada Efectos de la obesidad en la reproducción humana femenina, publicada en el 2019, afirma que una pérdida de peso de 5 a 10% del peso corporal puede ser suficiente para restablecer la fertilidad y mejorar los marcadores metabólicos. 

IMC y fertilidad

Los hombres con infertilidad y un IMC de 25 y más kg/m2 deben tratar de perder peso y llevar este indicador a sus niveles normales para lograr mejorar la calidad de su semen.

Jenniffer Puerta, Alejandra Gómez y Walter Cardona, reportaron, en una investigación titulada Efecto de la disminución del índice de masa corporal sobre la calidad seminal, publicada en el 2019, que al reducir el 19 % del IMC en pacientes con sobre peso y obesidad registró una elevación en el 400 % del volumen seminal, la concentración espermática total del 220 %, la movilidad total en 121 % y la viabilidad espermática en el 38 %.  Estos resultados llevaron a los autores de este estudio a concluir que la obesidad está inversamente relacionada con la calidad seminal.  Este trabajo constituye una evidencia incuestionable de la efectividad lograda al descender el IMC en personas obesas masculinas, con sobre peso y problemas de fertilidad.

El IMC de 18.5 kg/m2 o menos, con frecuencia, es responsable de ciclos menstruales irregulares y falta de menstruación, de acuerdo a lo planteado por Loor Edwin et al., en el estudio Consecuencias y alternativas para las mujeres con problemas de infertilidad, dado a conocer por la Revista Científica Mundo de la Investigación y el Conocimiento en su Vol. 3, núm 3., del 2019. 

Por otro lado, se ha establecido que, por lo general, cuando el IMC es de 17.5, o menos, la usuaria tiene un problema de la alimentación. 

En cualquiera de los casos anteriores, ya sea por deficiencia o por exceso nutricional, la intervención del nutriólogo clínico, como parte del equipo multidisciplinario que maneja a la mujer, es fundamental para contribuir con la solución de este problema.

Una investigación, publicada en el 2016, realizada por Iván Orfo Méndez, presentada en la Universidad de Valladolid, titulada “Obesidad Femenina y su Relación con la Fertilidad”, reportó que hubo una significativa mejoría en la capacidad fértil de la mujer cuando estaba obesa y perdía peso.  Lo que se expresó con un aumento de embarazo entre el 40 y el 60 % en las mujeres que perdieron el 5 % o más del peso corporal.  Por otro lado, en las que no tuvieron reducción de peso no hubo concepción.

Numerosos estudios han concluido que niveles altos o bajos de grasas afectan la fertilidad en los dos sexos.  Esto es debido a que interfieren de manera directa en la ovulación y el desarrollo de los espermatozoides. 

La mujer tiene mayor concentración de grasa que el hombre como condición normal.  Además de esto la distribución corporal de la grasa en personas del sexo femenino juega un papel significativo en la infertilidad.  El tipo de obesidad es importante y para obtener este dato, debemos establecer el llamado Índice Cintura Cadera (ICC), que se obtiene dividiendo la medida de la cintura entre la de la cadera en cm.  A partir de este resultado y su interpretación determinamos que la persona tiene obesidad central o visceral si el cociente de esta operación matemática es mayor de 0.84 en la mujer y de 0.94 en el hombre. Esta aumenta el riesgo de una fertilidad reducida, menor frecuencia menstrual, un alto riesgo de enfermedad cardiovascular y de diabetes mellitus.  Mientras que la obesidad periférica es la que el ICC está por debajo de 0.71 en la mujer y 0.87 en el hombre.  Esta obesidad aumenta el riesgo de sufrir problemas de circulación periférica.   

Cuando el IMC baja de 20 kg/m2 se hace difícil activar y mantener las funciones normales de la reproducción en la mujer.  Por otro lado, una reducida concentración de grasa durante la adolescencia se asocia a demora en la edad de la menarquia y con menor fertilidad en el curso de la vida.  Además, las mujeres con baja concentración de grasa presentan amenorrea y retraso del tiempo de la concepción.  

Otro problema que afecta a la mujer es el síndrome de ovario poliquístico, una situación que compromete la capacidad de fertilidad en la mujer.  Por esa razón, no podemos olvidarnos de explorar la presencia de esta patología cuando estemos evaluando a una mujer para crear las condiciones óptimas en las que pueda lograr una buena concepción y seguir con un embarazo capaz de arribar, con viabilidad, a un feliz término.

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