Dr. Arcenio Estévez Medina, M. D., N. D., M. H.
Los defensores del vegetarianismo
radical plantean que no se debe consumir ningún alimento de origen animal. Es decir, no leche, huevos ni sus
derivados. Otros afirman que ningún
mamífero, incluyendo, por supuesto al ser humano, sólo necesita tomar leche
hasta que le salen los dientes. De
manera natural, los dientitos molestan los pezones de la madre y ésta rechaza
al hijo, que sin otra alternativa, busca alimentos para masticar. A partir de ahí –según los defensores de esta
posición-, el ser vivo puede seguir creciendo y desarrollándose sin este
líquido.
El planteamiento se basa en que
el individuo está capacitado para vivir sin tomar leche y que ésta ya no es
necesaria porque los otros alimentos que ingiere aportan los nutrientes
requeridos por el organismo para sus funciones.
Afirman que las alergias a la leche es una manera de obligar al
consumidor a prescindir de ella.
MITOS SOBRE EL CONSUMO DE LA LECHE.
En las escuelas, en los
diferentes niveles que conforman el sistema educativo vigente en la República Dominicana
se enseña que la leche es un alimento completo y por tanto, no debe faltar en
la alimentación del ser humano, pero la realidad es otra. El nivel de calcio presente en ella es menor
que en la habichuela, el ajonjolí y el anís. Con el contenido de proteína pasa
lo mismo. La vitamina C no está presente
en la leche y por eso hay que añadirlo.
El aporte de hierro es insignificante en ella, igual que el de la
vitamina D.
No obstante todo lo anterior, varios
estudios han demostrado que se necesita tomar leche hasta el quinto año de
vida, pero muchos se niegan a aceptar este criterio.
EL NEGOCIO DE LAS FÓRMULAS
LACTEAS EN EL MERCADO
A pesar de la lucha llevada a
cabo por la
Organización Mundial de la Salud para que no se dé a los recién nacidos la
llamada leche comercial, sea en polvo o líquida, no se ha logrado que los
intereses comerciales se impongan a los biológicos y vemos en los hospitales y
clínicas a la mayoría de pediatras recetar una marca de leche a los recién
nacidos cuando salen del centro asistencial de salud.
Muchas excusas han servido como
base para asumir esta actitud tan dañina para el ser humano. Algunos afirman que las mamas se les van a
poner flácidas (descolgadas) a las madres si dan el seno y que van a perder al
esposo. Sin embargo, no les dicen que
hay mujeres que amamantaron a varios hijos y no han tenido esa situación, ni
que el cáncer de seno es más frecuente en las damas que no lactan a sus niños.
Tampoco informan que organismos
internacionales han llamado a los fabricantes de fórmulas lácteas los Herodes
del Siglo XX, por la gran cantidad de niños que muere cada año como
consecuencia de la diarrea causada por las infecciones producidas por
contaminación del biberón y que se evitarían con el simple hecho de sus madres
amamantarlos. La mayoría de las madres
no sabe que con la leche producida por el cuerpo, llegan a su hijo sustancias
que lo protegen de las infecciones y las alergias.
No explican que la leche de la
madre no cuesta nada, ni siquiera necesita de agua adicional ni de biberón,
menos de azúcar, vitaminas, minerales ni calentamiento. Todo lo trae de manera natural y en la
cantidad exacta que se necesita para cada niño.
No ha valido declarar a
hospitales amigos de la lactancia materna, hacer campañas de sensibilización de
los médicos ni miles de charlas a los padres.
Se ha impuesto el dinero y la publicidad subliminal, pero inescrupulosa
de muchos fabricantes y representantes de estos productos. Sólo porque la salud es un negocio en el que
todo el mundo quiere obtener los mayores beneficios posibles sin importar el
riesgo y el daño producido a los demás y después dicen que son cristianos y
hasta llegan a creerlo.
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