domingo, 10 de junio de 2012


LA SALUD PREVENTIVA EN LA 66 ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU
                                                             Dr. Arcenio Estévez Medina, M. D., N. D., M. H.
Siempre se ha dicho que prevenir es mejor que remediar.  Lo difícil es llevarlo a la práctica.  Por eso la prevención fue un tema importante en la más reciente Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), celebrada a fin del mes de septiembre del año 2011.  El tema giró en torno a las enfermedades no transmisibles (ENT).
Estas enfermedades son las relacionadas con el estilo de vida de la persona y entre ellas tienen gran importancia el cáncer, trastornos cardiovasculares y respiratorios crónicos.  El organismo internacional ha determinado que unos 36 millones de personas mueren cada año por falta de esfuerzos para evitarlo y la causa principal no son las  enfermedades transmisibles.  Eso es lo más doloroso de todo.
Las llamadas enfermedades no transmisibles causan el 63 por ciento de todas las muertes del mundo y lo peor es que cuatro de cada cinco de éstas suceden en los países pobres.  La ONU planteó que los gobiernos se comprometan a reducirlas y así lo dispuso en una declaración durante la 66 Asamblea General de este organismo que pidió más prevención y control en estos males.  Sin embargo, muy pocos medios de comunicación del mundo le dieron cobertura a esta importante noticia, para ocupar las páginas de los diarios, las pantallas de la televisión, de las computadoras y las cabinas de las emisoras radiales con  informaciones de la politiquería responsable de estos y muchos males más.
Es responsable, porque aun sabiendo lo que se debe hacer, por actitud complaciente con el poder económico-empresarial permite una serie de acciones dañinas en la producción de alimentos y de artículos que forman parte de los llamados hábitos tóxicos.
Los cinco grandes puntos tratados en esa reunión de la ONU fueron: acceso a la medicina, control del tabaco, eliminación de grasas trans, reducción del consumo de sal y azúcar e incremento de la actividad física.  Las grasas trans son aquéllas producidas al transformar el aceite vegetal en sólido, como el caso de la margarina.  Aparecen también, aunque en poca cantidad, en la leche y en las carnes de los rumiantes.  Estas grasas suben el llamado colesterol malo (LDL) y bajan el bueno (HDL) y esto da como resultado, por donde quiera que lo calculemos, un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular (ataque al corazón y al cerebro).
El problema no termina ahí.  También, según la Food and Drug Administración de Estados Unidos de Norteamérica (FDA), estas grasas aumentan el riesgo de cáncer y diabetes.  Por estas razones el organismo estadounidense que regula los alimentos, los medicamentos y el alcohol dispuso, desde el año 2006, que en la información nutricional de los alimentos que se venden en ese país aparezca, además de la cantidad de grasa saturada y el colesterol, la  de grasa trans que contenga el producto.  Así queda bajo responsabilidad del consumidor usarlas o no, pero para tomar esa decisión es imprescindible que la persona disponga del conocimiento.  De lo contrario, será lo mismo que estos datos no estén en la etiqueta.
Los gobiernos se comprometieron ante la ONU a desarrollar campañas educativas para aumentar el nivel de conocimiento de la gente sobre la prevención de estos males y la necesidad de hacer ejercicios físicos.
Muchas de estas enfermedades se reducirían bastante si se obligara a las industrias alimentarias a no usar las grasas trans y las saturadas, el exceso de sal, azúcar y otras sustancias nocivas para la salud, empleadas como saborizantes, preservativas y algunas para cautivar el gusto el consumidor.  También deberían organizarse los consumidores para rechazar el consumo de productos dañinos para la salud, como sucede en países de Europa y América del Norte. 

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